
Kyoto. Juan Gabriel Vich
El proceso creativo de Juan Gabriel Vich es regresivo. Trata de desaprender, de depurar, de purgar, de limpiar. No pretende añadir ni demostrar; sino mostrar, poner a la mano. Y lo hace sin gesto, a partir de un brazo fantasma. Veladura y luz a través de una técnica impecable. La pintura de Vich nada tiene de físico, todo es resultado de un dilatado ejercicio mental. Nos enfrentamos a la más honda serenidad, a la más emocionante de las calmas.